Grevenbroich, Alemania, 1959.
El trabajo de Wilhelm Mundt anda incesantemente en busca de una nueva forma visual. Sus esculturas, de superficie pulida y coloreadas con pigmentos industriales, poseen un aspecto amorfo que, pese a su fisonomÃa orgánica, resulta difÃcil de asociar a algo que habite en nuestro alrededor. Mundt crea objetos artÃsticos no referenciados con lo que cualquier asociación entre éstos y la realidad resulta más cercana al misterio que a la concreción.